“El patrón es siempre el mismo”. Así de contundente se mostraba el empresario Javier Pérez Dolset en una entrevista concedida recientemente a ElPlural.com en la que desgranaba el funcionamiento de las cloacas del Estado. Una actividad que Dolset conoce de primera mano puesto que él mismo sufrió este tipo de prácticas.

“Primero se produce un encargo de alguien que lo necesita, que tiene un problema, y acude ahí para que le hagan ese trabajo. Hay, digamos, como un pool (almacén) de recursos de los que tirar para ello. Entonces, una vez que se identifica un blanco, se pone en marcha una búsqueda de información”, desgranaba Dolset a este medio pocas horas después de la publicación de nuevos audios de Francisco Martínez, exnúmero dos de Interior del PP, en el que éste reconoce las operaciones ilegales del Ministerio del Interior entre 2012 y 2017, y en concreto, reconoce el montaje sufrido por Pablo Iglesias con una presunta cuenta falsa en las Islas Granadinas.

“Esto cuesta dinero, por supuesto, y alguien lo tiene que pagar”, continuaba señalando el empresario. Una reflexión sobre el modus operandi de las cloacas del Estado que Dolset cerraba de la siguiente manera: “Se busca en las bases de datos policiales, se investiga a ver cuáles son las debilidades y por dónde entrar. Se profundiza la investigación y ya se prepara un plan de acción. Si llegas a la fase de plan de acción estás muerto: te van a colocar un informe falso y a partir de ahí, tu vida queda destruida. Y por supuesto, con la difusión en los medios, porque si esto fuera todo confidencial, pues bueno, a lo mejor se quedaba en anécdota. Pero claro, si los medios afines te hacen un tratamiento a lo bestia y te destrozan la vida pública, pues ya estás, además, civilmente muerto”.

Si llegas a la fase de plan de acción estás muerto: te van a colocar un informe falso y a partir de ahí, tu vida queda destruida

Sin embargo, pese a la gravedad de los hechos descritos por Dolset, lo cierto es que la existencia de las cloacas del Estado no es, ni mucho menos, un tema novedoso. Y es que, cabe recordar que esta red de influencias, chantajes y favores fue construida por el Partido Popular durante el primer mandato de Mariano Rajoy para proteger los intereses de los populares y perseguir a rivales políticos. Sin ir más lejos, este martes ElPlural.com publicaba en exclusiva nuevos audios sobre estas cloacas del Estado que vuelven a salpicar a María Dolores de Cospedal y el excomisario José Manuel Villarejo, pieza clave de esta estructura de poder paralela.

En una conversación fechada el 6 de septiembre de 2013, ambos intercambian comentarios sobre operaciones policiales al margen de la legalidad, presuntas presiones a jueces e investigadores, y menciones explícitas a altos cargos del Gobierno de Mariano Rajoy, como Juan Ignacio Cosidó, director general de la Policía; Francisco Martínez, número dos del Ministerio del Interior; y el propio Rajoy, apodado “el asturiano” en los círculos más íntimos de la trama.

Las palabras de Villarejo y la actitud de Cospedal, entonces secretaria general del PP, en la grabación refuerzan las múltiples investigaciones que han señalado al PP por utilizar las estructuras del Estado como instrumento partidista. Según se desprende del audio, Cosidó habría ordenado un seguimiento irregular a Manuel Morocho, inspector de Policía que lideró la investigación del caso Gürtel. Una decisión que, según Villarejo, ponía en riesgo todo el entramado al destapar la guerra sucia que se libraba desde el Ministerio del Interior.

El excomisario, sabedor de que su figura resultaba incómoda para sectores del PP, amenaza veladamente con hacer públicos los trapos sucios de la dirección policial: “Si esas cosas trascendieran es una cagada total”, advierte. Cospedal no niega nada. Al contrario, se muestra preocupada y trata de apaciguar la situación asegurando que ya se están tomando medidas para “dar un toque” a Cosidó. “Están haciendo una llamada”, dice.

La conversación retrata una cúpula política decidida a interferir en investigaciones judiciales para proteger a los suyos. Una estructura de poder donde la legalidad se difumina en favor de una lealtad partidista que todo lo justifica. Y una figura, la de María Dolores de Cospedal, que aparece no como víctima o mera conocedora de los hechos, sino como parte activa de las maniobras para silenciar y proteger a los suyos.

Lejos de producirse en un contexto de enfrentamiento o advertencia entre política y policía, el tono de la conversación revela una familiaridad inquietante. Villarejo habla con afecto de “Paco”, en referencia a Francisco Martínez, y de su buena relación con el entonces ministro del Interior Jorge Fernández Díaz. Reconoce haber usado una “línea directa” con Mariano Rajoy para comunicarle “avances” e incluso quejas por el trato recibido.

“Ellos saben que yo nunca iré en contra del partido”, afirma Villarejo con contundencia. Una frase que sintetiza a la perfección el alma de las cloacas: una policía paralela no al servicio del Estado, sino del partido gobernante.

Cospedal responde con comprensión y asegura que hará gestiones para saber “qué está pasando”. En ningún momento cuestiona la legalidad de los actos narrados por Villarejo, ni se muestra alarmada por el hecho de que un comisario de policía admita haber trabajado al margen de los canales oficiales. Al contrario, se muestra solícita, cercana, cómplice.

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