Hoy, 5 de junio, celebramos el día mundial del Medio Ambiente, una fecha que nació hace más de 50 años y que, en esta ocasión, pone el foco en un tema que nos toca a todos: la reducción de plásticos.

La meta es conseguir los cero residuos para 2040

Para entender de dónde viene esta fiesta ambiental, tenemos que viajar hasta 1972, cuando representantes de todo el mundo se reunieron en Estocolmo en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano. Fue ahí donde se puso de manifiesto la necesidad de un día para recordar lo importante que es cuidar el planeta. Un año después, en 1973, se propuso oficialmente el Día Mundial del Medio Ambiente. Desde entonces, cada año se elige un país anfitrión y un tema clave.

La isla de Jeju ha puesto en marcha un sistema de depósito para vasos desechables

Un ejemplo que inspira

Este 2025, el país anfitrión es Corea del Sur, y más concretamente la isla de Jeju. ¿Por qué Jeju? Porque allí han puesto en marcha un sistema de depósito para vasos desechables y se han propuesto que, para 2040, nada de contaminación por este tipo de materiales. Es un ejemplo inspirador de lo que podemos hacer a pequeña escala, pero con un impacto global. El lema este año es sencillo y contundente: “Poner fin a la contaminación por plásticos”.

Si te has preguntado por qué este año todo el mundo habla de estos materiales, la respuesta está en las cifras (y no son bonitas). Cada año se producen en el mundo unos 430 millones de toneladas. De ese total, más de dos tercios son productos de un solo uso: bolsas, envases, pajitas, cubiertos… todo eso que compramos, usamos diez minutos y luego acaba en la basura. Una buena parte no llega a reciclarse: va a parar a ríos, mares o a vertederos, donde tarda cientos de años en degradarse, según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

Innovaciones

Afortunadamente, la tecnología y la creatividad están dándonos herramientas poderosas para cambiar las cosas. Por eso, hoy he recogido algunas de las novedades más interesantes que están marcando la diferencia. Como, por ejemplo, los materiales biodegradables que desaparecen como por arte de magia. Imagina un material que, en cuanto termina su vida útil, simplemente se descompone en agua de mar sin dejar rastro.

Eso es justo lo que han desarrollado en Japón, investigadores del Centro RIKEN crearon un compuesto que, al entrar en contacto con el océano, se desintegra en cuestión de días y, además, sirve como fertilizante natural. Aunque todavía se están afinando los procesos para producirlo en masa, es un avance increíble que puede revolucionar el sector del embalaje alimentario y médico.

Bioplásticos con sello español

En nuestro país, varios centros de investigación trabajan sin descanso en bioplásticos producidos a partir de productos vegetales o residuos agrícolas. Lo emocionante es que estos materiales buscan igualar la resistencia del material tradicional, pero con la ventaja de que, una vez acabada su vida útil, se degradan sin contaminar.

Proyectos como el de AITIIP (Asociación de Investigación de la Industria de Automoción-Politécnica) nos muestran que, con un poco de ingenio, podemos sustituir aquello que viene del petróleo por algo mucho más verde.

Reciclaje de calidad

Otra línea en la que están avanzando las investigaciones es el reciclaje químico: cuando el plástico vuelve a separarse en sus componentes
. El reciclaje tradicional los funde y reprocesa, pero a veces acaban perdiendo calidad. El químico va un paso más allá: transforma los residuos mixtos en monómeros limpios o incluso en combustibles sintéticos.

Algunas empresas en Europa y Norteamérica están montando plantas piloto que usan métodos como la pirólisis y catalizadores especiales para “deshacer” este tipo de materiales. Esto significa que esos envases que antes no se podían reciclar pueden volver a convertirse en material nuevo, sin perder propiedades.

Robots basureros

Como no podía ser de otra manera, los robots y la inteligencia artificial también están jugando un papel importante, en este caso, para clasificar tu basura. Un poco, como Wall-e, si recuerdas la película: una máquina abandonada en la Tierra que sigue separando, clasificando y compactando basura.


En muchas plantas de reciclaje, se están instalando robots con cámaras y sensores que, gracias a la inteligencia artificial, identifican los distintos tipos de materiales (PET, HDPE, PVC…) y los separan automáticamente. Esto reduce los errores humanos y aumenta la cantidad de material reciclable de alta calidad. Además, en varios países ya se venden equipos domésticos compactadores que escanean y trituran el plástico en casa, lo que facilita la recolección selectiva.

Proyectos locales con mucho corazón

En Zaragoza, un grupo llamado SER Sostenibles impulsó a una empresa de catering hospitalario para que sustituyera todos los envases desechables por otros reutilizables. El resultado: toneladas de plástico que dejaron de usarse en un año. En Elche, se organizaron paseos al aire libre para hablar de la contaminación por este tipo de materiales y de lo bien que sienta una caminata sin bolsas ni botellas desechables, uniendo salud y medio ambiente. En la costa asturiana, muchos pescadores están recogiendo redes abandonadas y colaborando para convertirlas en nuevos productos, con lo que se evita que acaben destrozando el ecosistema marino.

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